sábado, 16 de abril de 2011

Mis candidatos al Congreso: Junín

Karen Ulloa Meza

En las elecciones de este 10 de abril se escogerán a 130 de más de 1600 candidatos congresales (además del presidente y los representantes al Parlamento Andino)[1]. Cada partido político, en cada departamento o circunscripción electoral[2], vive su propia competencia[3]. Cada candidato al Congreso lucha por ser él más visible o representativo: los paneles o gigantografÍas, la participación a través de los medios de comunicación, el uso de las redes sociales, entre otros, muestran el mejor rostro de quienes a través de un conjunto de códigos y signos buscan instalarse en la memoria semántica del elector.
En este contexto, la Ley Orgánica de Elecciones (ley Nº 26859), prevé la elección de congresistas bajo el sistema de Distrito Electoral Múltiple (DEM), esté sistema permite la aplicación del doble voto preferencial opcional, a excepción de los distritos electorales donde se elige menos de dos congresistas, en cuyo caso dispone un solo voto preferencial, ejemplo Madre de Dios. Con el sistema de DEM se busca garantizar la representación de todos los departamentos en el Congreso (de ahí la aplicación del criterio mixto; que combina la distribución territorial y poblacional).
En este sentido, se ha debatido en el Congreso sobre la libertad que tienen los partidos políticos de presentar candidaturas de personas que no son naturales de la circunscripción en la que se presentan, sin embargo no se ha logrado plantear alguna propuesta que logre satisfacer la demanda de representación. Está licencia facilita que muchos aspirantes al Congreso puedan postularse, sin que ello pueda significar algún conocimiento real de las necesidades o pueda articular un trabajo posterior junto con las organizaciones departamentales.
El departamento de Junín, por supuesto, no es ajeno a este proceso electoral. Es un distrito electoral al que le corresponde 5 escaños, lo que significa que entre las once listas inscritas para el Congreso[4] tenemos 55 candidatos disputándose la representación de esté departamento.
De acuerdo las declaraciones juradas de vida de los candidatos presentadas al Jurado Nacional de Elecciones, existen casos de algunos aspirantes al Congreso (amparados en la ley) que no son naturales del departamento. Hay otros, que no consignan haber trabajado o vivido antes en el departamento, más aún hay casos de candidatos que han ocupado cargos de elección popular en otros departamentos, hecho que sin duda puede cuestionar su representación en una posible victoria. Como ejemplos se pueden citar: a Ricardo Duarte candidato de la Alianza por el Gran Cambio, es nato de Junín pero  consigna 40 años de residencia, formación académica y experiencia laboral en la provincia de Lima, ha ocupado dos veces el cargo de regidor (en Ancón y Miraflores) o el caso de la Ruth Quispe candidata del partido político Gana Perú, es nata de Apurímac, tiene un año de residencia en Junín y consigna formación académica y profesional en la ciudad de lima y otros lugares. Es así que si tomamos como referencia las declaraciones juradas podemos tener grandes reparos a la hora de hacer uso del voto preferencial.
Por otro lado, siguiendo con las declaraciones juradas, existen datos que merecen tenerse en cuenta. La experiencia política y laboral de los candidatos, es importante para prever candidaturas improvisadas y nuevas incursiones en la política. En Junín, hay experiencias laborales que distan del espacio político, pero también existen candidatos que ostentan experiencia en cargos de elección popular o cargos políticos, situación que prevería cierta orientación en el Congreso.
La variable patrimonial y de ingresos económicos es también indispensable, ya que existen -candidatos- desde aquellos que tienen el perfil de prominentes empresarios, otros con cargos modestos y muchos que no consignan empleo actual o algún ingreso mensual, de estos últimos hay quienes además consignan deudas significativas. Como ejemplos se pueden citar los casos: de Fanny Cárdenas candidata de la Alianza Solidaridad Nacional quien no consigna ingreso mensual actual y tiene una deuda hipotecaria de 69 000 soles o la candidata Sonia Reynoso candidata de la Alianza por el Gran Cambio quien consigna dos acreencias de 30 000 y 20 000 soles, no consigna ingreso mensual actual. Si partimos bajo la lógica, que las campañas políticas son costosas, supondríamos que sólo algunos candidatos están en condición para el despliegue de su campaña, hay otros (la mayoría) que tienen que proporcionar sus limitados recursos. Pregunta ¿sí usted tuviera la oportunidad de disputar un cargo político como el congresal se aventuraría hacerlo sin un capital económico considerable? O ¿Cómo haría para desplegar una campaña política sin recursos económicos tangibles?
Lo expuesto trata de explicar algunas de las variables que los electores utilizan frecuentemente a la hora de escoger un candidato. Interrogantes que muchas veces los desaniman y terminan confundiéndolos, o los cansan. Preguntas que al final (el día de la elección) buscan contestarlas con interrogantes frecuentes: ¿lo conoces?, ¿en qué trabaja o en qué trabajo antes?, ¿de dónde es?, ¿en qué me beneficia sus propuestas?...etc. 

* Nota anecdótica de las declaraciones juradas: los cinco candidatos del partido político Fuerza Nacional han consignado como tiempo de residencia: “alquiler, casa propio, casa propia y casa familiar”, de otro lado la candidata Enma Espinal de la Alianza Electoral Perú Posible registra educación primaria y segundaria “no concluidos”, sin embargo consigna título universitario y estudio de posgrado. Visiblemente estos datos son ser parte de un penoso descuido.



[1] Se han inscrito 11 partidos políticos para la elección presidencial, y 13 partidos políticos para la elección congresal y para el Parlamento Andino.
[2] Es un conjunto de electores que forman una base electoral y que generalmente se delimitan a través de una unidad territorial, los votos de estos electores constituyen la base para el reparto de escaños a los partidos políticos.
[3] Los partidos políticos no están obligados a presentar candidaturas en todas las circunscripciones electorales
[4]El partido político Justicia, Tecnología, Ecología, no logro inscribir su lista de candidatos en este departamento.

Fraudes y clientelas: Una reflexión del sistema electoral de la UNMSM

Policarpo Ccanre Salazar

El presente artículo es una reflexión  sobre una serie de problemas que se evidencian  en mayor medida en épocas electorales, donde ha de escogerse a las autoridades como el rector, los decanos y representantes de profesores y estudiantes, en la Universidad  Nacional Mayor de San Marcos(UNMSM). Problemas como:  los fraudes , las clientelas[1],la falta de legitimidad de las autoridades, el desgobierno, el desorden, y por último, la compra de votos, que en suma son una barrera para que se consolide la institución en el cumplimiento de sus fines, beneficiando la sociedad.

Estos problemas en la actualidad son vistos como algo común, y que a través del tiempo se han ido legitimando por la práctica entre autoridades, profesores y estudiantes a excepción de algunas personas. Por ello, la óptica que se impuso  a lo largo de estas décadas, en la administración y funcionamiento de la Universidad, está cargada de todos estos aspectos, que a nuestro punto de vista impiden el desarrollo y la consolidación de una institución trasparente y democrática, cuyo fin debe ser formar profesionales, fomentando la investigación en cada uno de sus áreas.

¿Qué condiciona a que se siga reproduciéndose todos estos problemas, en la praxis de las personas que intervienen  en la dirección de la Universidad, sobre todo en épocas electorales? Es difícil responder  a la pregunta, pero debe haber algo que nos permita explicar esta dinámica, y que a la larga sean vistos como algo convencional, “aceptado” por todos. De la misma forma seria interesante entender esta dinámica conflictiva en tiempos electorales donde ésta se agudiza. En el intento de explicar  todo ello, encontramos múltiples factores[2], sin embargo, sólo nos vamos a referir a uno de ellos por la brevedad del artículo. Creemos que una de las causas de estos problemas surgen como producto del sistema electoral, el mismo  que condiciona la forma de organización administrativa y la elección de autoridades en la Universidad.

La elección  de las autoridades en la UNMSM es a través  del sistema electoral  indirecto, esto significa que todo el proceso electoral se lleva en diferentes elecciones: primero, las elecciones estudiantiles; segundo, la elección de los decanos en los Consejos de Facultad, y por último la elección del rector. En estas tres etapas se van depurando tanto a los electores como a los candidatos. Las elecciones en las facultades son inclusivas porque los estudiantes participan directamente en la elección de sus representantes. Sin embargo, son excluyentes en las dos etapas posteriores. Es decir, en la elección de los decanos, y como punto culminante, en la elección  del rector. Este mismo sistema indirecto, de acuerdo a nuestro punto de vista, es uno de los múltiples factores que condicionan los problemas indicados, ya que la elección del rector y los decanos de cada Facultad, al tratarse de indirectas, necesariamente conllevan a la existencia de alianzas, para lo cual deben mover sus redes clientelares, negociándose de por medio intereses personales más que institucionales. Así, no sólo se evidencian las clientelas, sino de la misma forma se dan los fraudes electorales. Y para este caso citemos como ejemplo el hecho que ocurrió en las elecciones de los miembros para la Asamblea Universitaria que se dio en mayo del año 2010.
Luego de llevarse la elección, al día siguiente de la misma, se denuncio que el Comité Electoral de la UNMSM pretendía imponer un fraude, al dar como ganador a la lista Nº5 (Frente Unidos) frente a la lista Nº1 (Acuerdo Institucional) que según el conteo general del día de la elección,  habría obtenido mayor votación. De la misma forma, uno de los hechos que se muestran por la práctica de este sistema indirecto, es lo ocurrido en la facultad de Ciencias Sociales posterior a las elecciones generales de mayo. Pasado las elecciones estudiantiles, a través de un Consejo de Facultad se eligió a un decano, el sector estudiantil que perdió en las elecciones estudiantiles mostró su desacuerdo total  con la elección del nuevo decano, promoviendo así un referéndum entre los estudiantes, donde se eligió otro ganador, generándose así un desgobierno y un caos total. Luego el Comité Electoral a través de una serie de observaciones, hace que destituían al decano elegido en Consejo de Facultad, nombrando después el rector como decano interino al profesor más antiguo de la Facultad, el mismo que  había resultado ganador en el referéndum  estudiantil.
Al ocurrir ello el decano “legitimo”  no dejó su cargo, aferrándose más a éste y dándose al final,  una duplicidad en la conducción de la Facultad, es decir existían dos decanos a la vez. ¿A qué se debe todo ello? a la elección indirecta .Ya que  el intento de hacer referéndum era una clara muestra  que la elección del decano debe ser en voto universal y directo, segundo, si la elección del decano fuera directa y universal no hubiera sucedido tal desgobierno, por el contrario la elección del mismo, generó todo esta coyuntura. Además a todo ello se agrega las alianzas frágiles de momento, y la poca legitimidad  de los tercios estudiantiles; al mismo tiempo  los intereses de grupos de estudiantes que se juegan apoyando sus candidatos respectivos. En este sentido una explicación sería que esta elección en dos etapas; en caso de los decanos, además de no permitir la universalidad y el voto directo, condiciona  la proliferación  de alianzas, clientelas etc., ocasionando todos los problemas. En suma, todos estas complicaciones condicionados por el sistema electoral indirecto, conlleva al desgobierno, el desorden, la pérdida de legitimidad de las autoridades, y al caos, que evidentemente son los grandes males de las universidades y otras instituciones del Estado.
Sin embargo, este sistema electoral indirecto no es un caso específico de esta  época, ya las elecciones presidenciales en el Perú hasta  finales del siglo XIX se regía por ello. De la misma forma, este sistema traía consigo una serie de problemas que para la época se denominó como los defectos del sistema indirecto. Y para tener más claro este punto, creemos conveniente recordar, cómo era este proceso, con la intención de mostrar  lo parecido, sobre todo en la forma y no en el fondo. Para el historiador Cristóbal Aljovín[3], el sistema electoral del siglo XIX, hasta la reforma electoral de 1896, se  definía en tres etapas: primero las elecciones se definía a nivel parroquial, donde  la participación de los electores era inclusiva y de amplia base, el  segundo  se definía a nivel de provincia y  por último en la Junta de Calificaciones, es decir el Congreso. En todo este proceso de diferentes elecciones, se va depurando la participación de los candidatos, pero sobre todo de los electores, por una serie de criterios.
A esta forma de elegir se lo ha denominado  como elecciones indirectas, y según el autor mencionado y otros,  este sistema condicionaba la existencia de algunos defectos negativos, a saber: las listas dobles (duplicidades), fraude en las elecciones, violentas batallas por el control de las mesas de sufragio, convirtiéndose todo ello, en un problema de carácter nacional, donde las elecciones del presidente se definían en un medio de violentas  batallas.
Ahora, si empleamos un procedimiento comparativo se pone en manifiesto, que son hechos marcadamente diferentes,  y que a cada uno  de ellos les corresponden espacios y contextos no semejantes. Sin embargo rescatamos lo parecido en la forma del sistema indirecto, de ahí que nuestro interés es mostrar, así como en el siglo XIX el sistema electoral indirecto condicionaba problemas, hoy en pleno siglo XXI  la práctica de un sistema indirecto, sigue generando problemas en espacios  como las universidades. Y a  sabiendas que éste  en el siglo XIX no había funcionado, y por el contrario generaba condiciones para que se den los problemas, y que se había resuelto en cierta medida con una reforma electoral, hoy nos damos cuenta que la puesta en marcha del mismo sistema sigue generando  defectos enumerados como problemáticas, al inicio del presente. Sin embargo, seguimos utilizando el mismo sistema electoral, y al parecer seguirá por mucho tiempo más, porque lo contrario implicaría tocar los cimientos del status quo establecido en San Marcos y otras universidades. Por tanto,  así como en las elecciones del siglo XIX el sistema indirecto traía consigo una serie de problemas, hoy la práctica de la misma, dentro de las universidades sigue acompañado de problemas. Convirtiéndose ésta  en un sistema arcaico, donde encontramos el origen de los defectos, cuyas reglas de juego a nuestro parecer se deben cambiar, para universalizar  y ampliar la masa electoral en la elección del rector y los decanos. De ahí, que el historiador y ex-rector de la Universidad Manuel Burga planteaba en una entrevista el voto universal, y  a lo indicado por el historiador, se debe establecer también el voto directo, para eliminar aunque sea en menor medida estos defectos que se convierte en uno de los problemas más frecuentes  que   tienen las universidades.  Un nuevo sistema electoral, con amplia base en la elección del Rector y los decanos, estableciéndose el voto universal y una elección directa, donde el nuevo sistema de elección evite “intermediaciones que terminan en la venta de votos y manipulaciones[4]



[1] Las clientelas  se entiende como el intercambio de favores, donde participan siempre más de un actor.
[2] Nos referimos a la falta de mecanismos de fiscalización y sanción. La corrupción en el sistema mayor de la sociedad peruana es decir en las prácticas y relaciones concretas entre los actores.
[3] Véase. “Sufragio y participación política: Perú 1808-1896”, en Historia de las elecciones en el Perú. Estudios  sobre el  gobierno representativo, ALJOVÍN DE LOSADA, Cristóbal, LÓPEZ, Sinesio  (ed.) Lima, IEP,2005.Pág.19
[4] La República. Lunes 21 de Junio del 2010. Pág. 4. Entrevista  a Manuel Burga.

Un muro de papel

Manuel Calla Apolaya

Hace poco tiempo acudí a la Corte Superior de Justicia de Lima (ex Ministerio de Educación), la cual está ubicada en la intersección de las avenidas Abancay y Colmena, junto al parque universitario. Llegué allí con la finalidad de poder observar los murales que se encuentran en el interior de dicha institución. Mi único objetivo, a raíz de conocer su existencia, era observarlos y, si era posible, fotografiarlos. Sin embargo, lo que constaté, ante mi asombro e insatisfacción, fueron las constantes trabas que se sobreponen en el camino para lo que creí sería una grata experiencia visual.

A mediados del siglo XX, en pleno gobierno militar de Manuel A. Odría (1948 – 1956), y dentro de un programa de reformas que tenía como prioridad el aspecto educativo, la técnica artística del mural[1] tuvo una importante presencia en los espacios institucionales creados bajo las directrices políticas del oficialismo. Basta con mencionar las extraordinarias obras murales que se realizaron en las llamadas Grandes Unidades Escolares, o las que se exhibieron en los distintos ministerios públicos. En este sentido, la propuesta del gobierno de turno era mostrar la monumentalidad de las obras públicas (como las mencionadas Unidades Escolares, las Unidades Vecinales, los proyectos de justicia social a partir de la construcción de espacios públicos, etc.) teniendo en su interior diversos murales que reforzaban la idea proyectada en la infraestructura. De esta manera, se articulaba la obra pública (y monumental) con la obra artística (el mural), permitiendo copar la atención de la gente en función de los nuevos lineamientos perceptivos sobre la realidad cambiante (y, dentro de la propaganda política difundida, enrumbada hacia un futuro alentador) que intentaban forjar Odría y sus seguidores, todo ello motivado por la real transformación que sucedía en la esfera social peruana, limeña por lo menos.
Es importante anotar que en ese tiempo la arquitectura empezó a vincularse con las artes plásticas (sobre todo la pintura), lo que significaría, al final de cuentas, y dentro de las nociones modernas de la arquitectura de entonces, dar importancia al mural como complemento y soporte simbólico del edificio público.

Vayamos al caso de interés. El Ministerio de Educación fue construido entre 1953 y 1956. En su interior alberga una serie de murales que fueron diseñados por artistas plásticos comprometidos con la temática que exhibía la infraestructura y el programa reformador de Odría: transformar la educación nacional. Para ello, además de hacer uso de la materialidad monumental, como el propio ministerio atestigua, era importante mostrar en el mural lo que la escritura en el papel dicta oficialmente. Así, la exhibición pública de los murales, como “La Educación en el Perú” o “Síntesis de la Educación” (1955 – 1963) del artista Teodoro Núñez Ureta, “Educación artística” (1954) de Carlos Quispes Asín, y “La Educación rural” de Enrique Camino Brent, por citar algunos, representó, dentro de una estrategia simbólica que buscaba acaparar los sentidos mediante la imagen plástica o la arquitectura deslumbrante, la forma visual de llevar a cabo un programa que en su dimensión escrita involucraría a una minoría.

Es innegable que el uso de la imagen (la exhibición de un mural) permite una diversidad de perspectivas por parte del público que se detiene a apreciarla. La puesta en marcha de la imaginación es infinita, exista o no una temática que el artista haya intentado plasmar, lo que permite entender, en la propia singularidad del que observa, y dentro de la pluralidad de significados que proyecta un mural, el asunto expuesto en la obra. Así, los murales, y su exposición pública, fueron un imprescindible canalizador, dentro de la diversidad perceptiva del público, de las reformas educativas llevadas acabo por el gobierno Odriísta.

Actualmente, querer apreciar dichos murales, que aún se conservan en buen estado, resulta una interminable visita a incontables oficinas administrativas, solo para que, al final de la pugna, no te permitan observarlas, mucho menos plasmarlas en fotografías. Con un poco de suerte, sería posible hacerlo en diez minutos. El argumento formal por el cual se niega la visualización (sobre todo con fines académicos) de los murales es siempre el mismo: razones de seguridad.

Es penoso constatar como los murales mencionados, que en su origen eran puestas a la vista del público, ahora terminen siendo obras casi inaccesibles para el que desee observarlas con detenimiento y paciencia. Lo que se prioriza es el tramite documentario que se realiza en dicha institución, siendo el fin principal por el cual el público tiene permiso de ingreso en su interior. Si solo se desea apreciar las obras que contiene el edificio, es casi seguro su impedimento.

No hace mucho otros murales que fueron pintados por reconocidos artistas peruanos en las Grandes Unidades Escolares, por el programa de remodelación que lleva a cabo el Ministerio de Educación a través de la Oficina de Infraestructura Educativa, han sido destruidos desconsideradamente, a pesar del valor artístico que contienen. Sería importante revalorar los murales que se encuentran en el Poder Judicial (y también los que se realizaron en otras instituciones) difundiendo al público su existencia y permitiendo su apreciación a quienes conocen de ellos, dejando de lado la antesala del papeleo como pretexto innecesario.



[1] “El muralismo es una técnica en la cual se realiza una pintura sobre un muro o se aplica al mismo. Dicha tendencia artística consiste en la utilización de grandes superficies murales como soporte de la pintura, del mosaico, etc.” (Diccionario Enciclopédico Ilustrado Larousse. Tomo IX, 2005). Este tipo de técnica artística permite poner la obra de los artistas al alcance del público. Además, una de sus características es la expresión plástica cargada de un contenido ideológico, articulada con la ingeniosidad del artista.


La promesa incumplida

Erick Huamán Córdova

Entiendo por partido político una organización que busca aspirar al poder político de una sociedad teniendo como finalidad que éste sirva de canal de representación de los diversos sectores sociales. Para lo cual éste se organiza de una manera jerárquica donde existen dirigentes, cuadros políticos, militantes, simpatizantes y bases en todo el país. 

La existencia de Partidos en el Perú viene desde su fundación como república. El APRA es la organización de una larga trayectoria y el único de todos los partidos  que logro convertirse en un partido de masas. También existen otras organizaciones que tienen una presencia medianamente prolongada, son los que surgieron en la década del 50, que a diferencia del Apra estos nunca lograron convertirse en una organizaciones de masa, solo llegaron a ser partidos medianos con importantes cuadros políticos.

¿Qué factores permitieron el surgimiento de estas nuevas organizaciones políticas a finales de la década del 50? Un nuevo escenario político se abre camino, la búsqueda de una representación de sectores sociales que antes de esta década no tenían ninguna posibilidad de reconocimiento político, la democratización del sistema político del país.

  1. El periodo de 1956 a 1968 expresa una privilegiada coyuntura. Al caer la dictadura de Manuel Odria y la convocatoria a elecciones genera un ambiente favorable. Se reordena el sistema político pasando de un sistema sin competencia y libertades democráticas a  otro  de semicompetencia y cierto reconocimiento de libertades políticas y civiles[1].

Ya durante el gobierno de Prado se impulsan reformas al sistema electoral que promueven una mayor competencia electoral y se vive un relativo ambiente de libertades democráticas. Aprovechando estas libertades diversas organizaciones sociales como asociaciones, clubes, sindicatos y otras intenten tener una representación política a través de organizaciones de carácter político.

Surgen nuevos partidos políticos que representan a diversos sectores de la sociedad como el Partido Demócrata cristiano, Acción Popular, Movimiento Social Progresista, y otras organizaciones socialistas, que venían de rupturas ya sea del Partido Comunista Peruano o del Partido Aprista Peruano. Del cual se nutren de nuevos actores políticos ya sean  universitarios, profesores, obreros, campesinos, etc. 

  1. Otro elemento que puede ayudarnos a comprender el surgimiento de estas incipientes organizaciones políticas es la composición y ligazón social de estos durante las elecciones. En la elección de 1956 solo participaron tres partidos políticos, de los cuales todas tenían importantes acuerdos con la oligarquía. Sin embargo el Apra y el Partido Comunista no participan debido a que fueron considerados como partidos internacionales. Y durante las elecciones de 1962 de los siete partidos cinco son organizaciones recién construidas, salvo el APRA y UNO que tienen recientes inscripciones aunque con viejos actores políticos, y durante las elecciones de 1963, participan cuatro partidos políticos donde el ganador es un partido que se nutre de las nuevas clases medias. 

Elecciones Generales  de 1956
Votos
Elecciones generales de 1962[2]
Votos
Elecciones generales de 1963
Votos

Movimiento Democrático  Pradista (MDP) 
45%
Partido Aprista Peruano (PAP)
33%
Acción popular – Democracia cristiana (AP-DC)
39%



Acción Popular (AP)
32%

Frente de Juventudes
Democráticas (FJD)
36%

Unión Nacional Odriista (UNO)
28%
Partido Aprista Peruano (APRA)
34%

Unidad Nacional. (UN)

17%

Democracia Cristiana (DC)
2.9%
Unión nacional odriista (UNO)
25%

Movimientos Social Progresista (MSP)
2%
Union Popular Peruana (UPP)
1.1%

Partido Socialista Peruano (PSP)
1%



Frente de Liberación nacional (FLN)
0.5%


  1. A mayor apertura política, como en las elecciones de 1962, la situación se desborda ganando las elecciones una organización que proclamaba un discurso y una actitud antioligárquica como el APRA. Y es esta actitud la que pone en crisis a los partidos tradicionales oligárquicos y su sistema electoral restringido que pierde legitimidad. Tanto las organizaciones sociales como sindicatos, sectores de la iglesia, y el ejercito buscan expropiar el control político a la oligarquía e iniciar reformas y políticas de redistribución.   

Las movilizaciones campesinas y su reivindicación de reforma agraria amenaza el orden institucional. En la ciudad, los obreros, empleados y sectores populares atacan la coalición dominante –la convivencia de Prado y el APRA- y, además, empezaron a constituir los primeros partidos de izquierda revolucionaria, influenciados por la revolución cubana. Las universidades rápidamente asumieron una actitud antioligárquica, antiimperialista y socialista. A su vez, fueron los primeros espacios de experimentación de las nuevas corrientes políticas.   

La coyuntura mencionada, es una etapa de transición entre un Estado oligárquico y un Estado democrático y moderno. Este último articula una sociedad civil que se va fortaleciendo, la cual obliga a los gobiernos a no solo basarse en la violencia institucionalizada para mantenerse como tal, sino a buscar un consenso como mecanismo de legitimación. Aunque  esto no siempre funcionó porque los  nuevos actores políticos presionaban por mayores libertades políticas, tenían fuertes demandas sociales y buscaban articularse con organizaciones políticas que cuestionaban las bases mismas del sistema político.



[1] En las elecciones Generales de 1956, no existió plena competencia debido a que fueron vetados el Partido Aprista y el Partido Comunista. Y careció de una total reconocimiento de derechos debido a que aun no era posible el voto de la población analfabeta.
[2] Estas elecciones quedaron anuladas, debido al golpe de estado por las fuerzas armadas.

domingo, 6 de febrero de 2011

Gobiernos militares y secuestros compartidos. El rapto de ciudadanos argentinos en Miraflores (Lima, junio de 1980)


                                                             La subversión es un fenómeno internacional y por  tanto, debe de ser internacionalmente combatida.
Jorge Rafael Videla Redondo


Entre el 12 y 13 de junio del año 1980 fueron secuestrados 3 ciudadanos argentinos en el distrito limeño de Miraflores. Julia Inés Santos de Acabal, Noemí Esther Giannotti de Morfino y Julio César Ramírez fueron los implicados.

Si bien la desaparición y captura de personas de forma arbitraria es condenable, incluso para un gobierno como el de Morales Bermúdez, el secuestro de estos argentinos llevaría a resolver el problema que causaron y/o causarían durante su estancia en Lima.

Para explicar estas desapariciones, habría que describir las circunstancias en las que se encontraban los países involucrados, Perú y Argentina.

Durante el gobierno militar de Morales Bermúdez se intentó resarcir el problema al que, según este gobierno, Velasco Alvarado habría llevado al país luego de su periodo. A fines de agosto de 1985, cuando Morales Bermúdez derrocó al gobierno militar de Velasco Alvarado, una mayoría en el Perú sintió alivio luego de que la derecha trabajara en una campaña satanizando a la primera fase del Gobierno Revolucionario de las FFAA.  La segunda fase de este gobierno revolucionario sería adaptada bajo una serie de cambios económicos, buscando simpatías con el gobierno estadounidense, en ese entonces liderado por su presidente James Carter. La política de Carter fue favorable a la democratización de América Latina, dentro del marco de los Derechos Humanos. Dichas directivas fueron las que supuestamente adoptaría Morales Bermúdez  durante su mandato.

En el marco de cambio de mando, donde asumiría el cargo de presidente el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, en julio de 1980, y que marcaría a su vez el “retorno de la democracia representativa” en el Perú, Morales Bermúdez recibiría la visita especial del presidente argentino General Jorge Rafael Videla Redondo. Para ello se reconstruyó y embelleció la avenida Faucett y las calles por donde pasaría aquel invitado (ver figura 1).

Si bien el gobierno de Morales Bermúdez apoyó y colaboró en un principio al gobierno democrático de Carter, ¿qué intensiones tendría para invitar a un presidente que durante su mandato cometió violaciones a los derechos humanos ejecutados en un ambiente de dictadura?

Durante el gobierno de Rafael Videla (1976-1981), y tras el derrocamiento de María Estela Martínez de Perón, se ejecutaron una serie acciones durante el llamado Proceso de Organización Nacional, que  provocaron desapariciones, asesinatos, secuestros y torturas a miles de personas, además de violaciones a los derechos humanos por parte del estado.

El propósito de este proceso, fue el de reprimir a la oposición política e ideológica, catalogada por el gobierno como subversión en muchos casos armada. Durante la ejecución del mismo, la eliminación del derecho a la defensa, la ilegalidad en los procesos de ajusticiamiento y la tortura de los opositores políticos del gobierno fueron frecuentes y más aún cuando la presencia de gremios, estudiantiles u obreros, así como la de militantes subversivos estaba presente.

Es en este contexto de persecuciones y violaciones a los derechos humanos que el gobierno argentino, liderado y representado por su presidente, tendría presencia en el cambio de mando del gobierno del Perú en julio de 1980.

Una relación que podemos encontrar en estos dos gobiernos temporalmente paralelos, es que son de naturaleza militar. Los dos gobiernos asumieron el mando tras un golpe de estado realizado por ellos mismos. La similitud de su forma de gobierno militar, el uno “democrático” y el otro dictatorial, de alguna forma los unió en ese sentido.

Retomando lo primero, al parecer el secuestro de los ciudadanos argentinos se dio en este contexto, de persecuciones y raptos, no solo en el territorio argentino, sino, también en América Latina con el denominado Plan Cóndor u Operación Cóndor. Este plan tenía por función coordinar operaciones entre países latinoamericanos del cono sur. Estos fueron: Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, además de la colaboración de los Estados Unidos. Estas coordinaciones de dieron en el marco de la doctrina Truman, que consistía en el seguimiento, detención y vigilancia (además de amedrentamientos y violencia física) a personas consideradas por dichos gobiernos como “subversivas” que fuesen contrarias a su pensamiento político militar. Esta colaboración entre países fue una manera de perseguir a la izquierda política presente en la región.

El Perú no era miembro de dicho plan, pero al parecer sí colaboró con el gobierno argentino en la persecución de estos ciudadanos argentinos. (Ver figura 2)  Entonces, ¿quiénes eran estas personas? ¿cuál fue la causa de su secuestro?  

Las personas secuestradas, según lo declarado por Javier Diez Canseco a El diario Marka (ver figura 3), pertenecerían al grupo armado argentino denominado Montoneros. Los Montoneros formaron una organización de la izquierda peronista guerrillera y de acción constante en los años setenta en Argentina. En el año de 1975, esta organización fue declarada ilegal por el gobierno de María Estela Martínez de Perón, lo cual hizo que su accionar y demás actividades pasaran a la clandestinidad. Como organización ilegal y tras el golpe militar en el 76, los montoneros comenzaron a ser perseguidos. La dictadura hizo que muchos de estos militantes padezcan de secuestros y desapariciones, y no solo en Argentina sino también en los países que conformaron la Operación Cóndor. El secuestro de estos ciudadanos argentinos respondería entonces a su pertenencia a esta organización guerrillera. 

Lo que manifestó el gobierno argentino luego de la detención fue que estas personas habrían llegado al Perú para ejecutar un atentado en contra del presidente Rafael Videla durante su arribo al país. Y su estancia en el distrito de Miraflores era porque estas tres personas habrían estado maquinando la acción desde aquí.

Lo que no se sabe hasta ahora es el paradero de estas personas. Según una nota del diario Marka (ver figura 4), su deportación estuvo a cargo del gobierno peruano y argentino. Dichas personas habrían sido entregadas al gobierno boliviano, trasladándolas en un camión del ejército hasta la frontera con este país, y desapareciéndolas luego camino a Argentina. 

Vemos pues que el gobierno de Francisco Morales Bermúdez, en sus inicios supuestamente sustentado en ideas reformistas y democráticas, acabó por apoyar las prácticas violentas y terroristas de su homologo argentino. Ello hace pensar más en las semejanzas de ambos regímenes, que en sus supuestas diferencias con respecto a su posición en el tema de los derechos humanos. 

Talia Choque

 

El buitre que no queremos ser



Hasta hace unos años, cuando aún no era el facebook el medio más popular para compartir todo tipo de informaciones, solía circular, entre las diversas cadenas tipo spam que eran comunes por entonces, un mensaje donde aparecían varías imágenes sobre el hambre en África. La serie de fotografías, bastante crudas por lo demás, se cerraba con una especialmente perturbadora, donde aparecía una niña, aparentemente agonizante, y un buitre al acecho no muy lejos, observándola con una atención nada gratuita. Bajo la foto una leyenda, con no poco sensacionalismo, advertía que fue tomada en Sudán en el año 1993 durante una feroz hambruna y que el fotógrafo, Kevin Carter, había logrado capturar la imagen mientras él mismo se hallaba perdido en ese país. La niña, al parecer, se dirigía a gatas hacia un campo de refugiados situado a unos kilómetros y Carter habría tenido que abandonarla para buscar ayuda. La nota cerraba diciendo que esa fotografía le había hecho ganar luego el premio Pulitzer  y que, un año después, no pudiendo tolerar los remordimientos por no haber ayudado a la pequeña, se suicidaría. 

De las decenas de miles de personas que debieron haber leído ese email, quizás aún  una cifra considerable, luego de agradecer el estar sentado frente a su computadora y no en esa África de guerras tribales e inanición, tuvo la curiosidad de averiguar algo más sobre aquella historia.  Al introducir las palabras “Kevin Carter” o “niña y el buitre” aparecen en Google varios enlaces que hablan sobre la fotografía. Si uno lee algunos de los más serios, comprueba fácilmente lo tergiversada que estaba la información antes mencionada. Kevin Carter, reportero gráfico de nacionalidad sudafricana, en efecto, tomó la imagen, ganó un premio importante por ésta y se suicidó en 1994, cuando tenía 33 años. Pero no estaba perdido en Sudán cuando halló a la niña, ni ésta “se arrastraba” hacia un lejano campo de refugiados. De hecho, ese día Carter, junto a una treintena de fotógrafos de todo el mundo, había llegado a uno de esos campos junto a un equipo de la ONU que repartía alimentos, para retratar la terrible situación de los refugiados. Al estar allí, vio a la niña que se alejaba del sitio donde estaban los otros, al parecer hacia campo abierto, y viendo la posibilidad de poder fotografiarla en una sola toma junto al buitre, apretó el disparador de la cámara y capturó la famosa imagen. La leyenda negra, sin embargo, sería originada por boca del mismo Carter un tiempo después cuando tras recibir el premio dijo: “Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña”.  Fueron estas palabras, y no los hechos, las que harían a la  fotografía tan conocida y lo que sobrevivió finalmente del recuerdo de Carter.

Con esta nada insustancial información, la mayoría de esos curiosos internautas debieron darse por satisfechos. Sólo una cantidad aún más ínfima, quizás de los más curiosos, o alguno que otro arrastrado por el azar, debió llegar a dar con alguna de las páginas donde se reproduce el artículo escrito por el periodista José María Arenzana y el fotógrafo Luis Davilla[1], españoles ambos, y que estuvieron presentes en la zona, sin conocer aún las peripecias de Carter, unos meses después de tomada la fotografía. La información que dan al respecto es tan esclarecedora como impactante. El terreno donde la niña se hallaba al ser fotografiada era el sitio al cual los pobladores acudían a defecar. Por eso la pequeña se halla en cuclillas. La cabeza gacha habla de la debilidad de los niños, victimas de continuos mareos a causa de la desnutrición y de las diarreas crónicas.  Los buitres son de lo más abundante allí y llegan en grandes grupos para consumir las eses.  En suma, lejos de ser un caso poco común, aquella imagen era lo más recurrente que se podría encontrar en la zona. Tal es así que el mismo Davilla, sin conocer aún  la foto que se hizo acreedora del Pulitzer, tomó una muy similar, en la que también se observa una niña sentada sobre el suelo y rodeada de esas aves. De hecho, revela el fotógrafo español, en ese lugar éstas nunca están a menos de diez o quince metros de las personas. Es el zoom de la cámara y la pericia de quien la porta los que hacen el resto. Probablemente lo mismo sucedía con el buitre en  la fotografía de Carter. En eso consistió precisamente su talento: en hacer la toma justa, en  convertir ese paisaje, ya hasta banalizado -porque el horror en ese sitio era la regla y no la excepción-, en una síntesis impresionante de la desolación y la fatalidad, de la indiferencia y lo irremediable de sus consecuencias, que es lo que experimenta uno al observar la foto. Carter, según contaría después Joao Silva, otro colega sudafricano que habría estado junto a él ese día, estuvo esperando más de media hora  a que el buitre abriera sus alas para hacer la escena aún más dramática. Desistió al final de ese afán. Pero logró el retrato que todos conocemos.

¿Y la frase dicha al recibir el premio? Como señala Arenzana, quienes lo conocieron mejor hablan del difícil momento que vivía Carter por entonces. Tenía serios problemas familiares, además de una arraigada tendencia a la depresión que le hacía consumir abundantes dosis de marihuana combinadas con varios medicamentos. Y un día, luego de despedirse de ellos para dar una entrevista sobre el premio, unos amigos de Carter fueron muertos a balazos en un tiroteo. Esto, aunado a las imputaciones que se le hicieron “por no haber ayudado a la niña”, terminaron por mermar sus defensas y explican en toda su dimensión el porqué de esas palabras y de su posterior muerte ocurrida en su auto, donde se introdujo con una manguera que él mismo había conectado previamente por su otro extremo al tubo de escape, abandonándose así a un lento desfallecer por asfixia.

Y sin embargo, lo más impresionante en los sitios web donde figura el artículo de Arenzana no es constatar estos develadores datos, ni tampoco las otras fotografías de niños africanos hambrientos que usualmente lo acompañan, como llamando todavía más la atención sobre este flagelo aún irresuelto. Lo realmente sorprendente es encontrar que, aun con toda esta evidencia que explica fácil y humanamente posible el actuar de Carter, en los varios foros que se abren al respecto, sean la mayoría de opiniones no sólo contrarias a él, sino incluso reprensoras, inquisitivas; como buscando concentrar en la imagen del fotógrafo, y de pasada expurgar de ellos mismos, aquella ignominiosa responsabilidad de la que nadie más quiere hacerse cargo, aun cuando a todos nos salpique un poco. El propio Arenzana lo explica así: “Carter se limitó a recortar un trozo de paisaje para servírnoslo a domicilio… sólo nos troceó y nos regaló el significante; el significado lo pusimos nosotros, espectadores occidentales, atormentados por nuestra sucia conciencia y acosados por los problemas de obesidad extensiva desde la tierna infancia. Carter no era otro predador ni el ejecutor de la niña, no, sino su único redentor. La redimió y esparció la culpa al mundo... Carter no logró salvarla, pero es que eso ya (a unos más que a otros, desde luego) nos correspondería a todos.”

Y de todos los que llegaron a ver la foto, ya sean los accidentales lectores de un correo amarillista, o esos acuciosos  buscadores de un artículo bien sustentado, ¿cuántos recordaron al día siguiente esa desagradable, pero también muy concienzuda sensación, de ser un impasible buitre ante el sufrimiento ajeno? ¿Cuántos no dejaron ese horror en un efímero lapso de buena conciencia?  Y, para seguir restando, ¿cuántos tradujeron algo de esa emoción en una acción reparadora? Y no es que nos pongamos exigentes, pero no se necesita viajar hasta África, ni ser un fotógrafo profesional, para ver en las calles gente miserable o niños muriéndose de hambre.

Javier Baldeón Osorio



[1] El citado artículo se puede leer en la siguiente página: http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/595/1174777207.html



Los conciertos de Rock y la experiencia escénica


"Los periodistas dicen que nosotros actuamos en el escenario, nosotros sentimos la música;
ellos actúan cuando hablan bien de la guerra para que más gente se aliste en el ejército..."
Jimi Hendrix

La palabra ‘concierto’ proviene del verbo concertar y significa, según la Real Academia Española, buen orden y disposición de las cosas. Así mismo, también define el ajuste o convenio entre dos personas, o entidades, sobre algo. En música, concierto hace referencia a la reunión de personas en torno a un escenario donde son expuestas las piezas musicales de un solista, una orquesta o una banda. Visto de otra manera, un concierto es una institución momentánea (a diferencia del museo cuya existencia es permanente) en donde se exhiben las obras del artista a través de sí mismo. Y es en esta institución en particular donde la relación ‘artista-público’ se volverá más intima y dejará de lado el carácter mediador de la obra en solitario.  El regocijo estético ya no radica únicamente en la obra, sino, en la performance del autor. 

Todo concierto llama a la masificación y, por ende, al diálogo tácito entre los individuos asistentes y los que brindan el evento. Un concierto, sea cual sea el estilo musical a exponerse, siempre requerirá de algunos elementos básicos: un escenario y su temática, tecnología de soporte, plataformas de sonidos, instrumentos, parlantes, un sonidista, una banda y, obviamente, un público. La asistencia del público dependerá mucho del gusto por el género musical que se interprete, la afición que se tenga por el artista, el lugar a realizarse, los costos del evento, entre otros. 

Existen diversos tipos de conciertos y en cada uno de ellos se puede observar una dinámica distinta. Esta dinámica estará vinculada a la cultura que gira en torno del grupo receptor y se caracterizará por algunos patrones como la vestimenta y los accesorios. Estos últimos crearán un ‘estilo’ que será asociado con la música que escuchan -los reggetoneros o los punk, por ejemplo- creando una forma identificadora.

Hoy quisiera escribir sobre los conciertos de Rock debido a que, a mi parecer, expone con una mayor claridad  toda la parafernalia conciertistica. Esto no quiere decir que los conciertos de este género son mejores frente a otros. Como decía anteriormente, cada uno goza de una dinámica distinta.

Debido a la misma naturaleza enérgica del Rock, los conciertos suelen gozar de equipos potentes que amplifican los sonidos. No es extraño encontrar en los escenarios de bandas como Megadeth, Deep Purple, Led Zeppelín o Iron Maiden, el montaje de enormes torres de parlantes y amplificadores (de marcas mundialmente reconocidas como Marshall, Fender, Laney, AMPEG, Peavy, entre otros) sobre y alrededor del escenario. La potenciación de la experiencia musical es uno de los ejes centrales dentro de este género y dista mucho de la experiencia de escuchar una grabación. Desde el sonido hasta la proximidad con el artista, una reproducción en vivo es alimentada por la relación entre público-banda y el espacio congruente que se produce. La movilización de los asistentes, los altos decibeles y el desarrollo del artista (o banda) en el escenario, su actuación, entre otros factores más, serán una mezcla explosiva… lo que en letra de AC-DC podríamos denominar un T.N.T.
 
Esta experiencia pasa por un momento de individualización que se va concretizando a medida que la masa se transforma en un espacio identificatorio. Así mismo, se crean ciertos convencionalismos que ayudan a una convivencia en un espacio constantemente invadido y turbulento. Por ejemplo, ¿no es acaso molesto cuando vamos caminando por una avenida o un centro comercial y alguien nos golpea intempestivamente al paso? En un espacio tan agitado como un concierto de Rock esto sería minimizado (más no olvidado) debido a las condiciones de euforia que se reproducen en una buena parte de los asistentes. 

Si conjugamos al individuo en un espacio de placer y autonomía (temporal), de olvido de sí mismo más no de su entorno, de naturalidad y, en algunos casos, contracultural, sumados a los impulsos generados por la potencia musical, los resultados pueden ser liberadores y catárticos. En otras palabras, una pequeña revolución del individuo para con el individuo. 

Un fenómeno de liberación muy peculiar es el denominado ‘Pogo’. El pogo será una experiencia límite en el individuo, un espacio de violencia armónica donde las reglas de conducta se ven reducidas a principios básicos de cooperativismo (como obviar el exceso de violencia o levantar a un caído para evitar lesiones). Maximizado por la potencia de los instrumentos y el sonido en vivo, el ‘pogo’ es un ritual de lo más arraigado dentro de la escena rockera mundial. 

Obviamente, no todos los conciertos de Rock requieren un asedio de lo que consideramos nuestro espacio. Un unplugged, por ejemplo, no cumplirá con las mismas características que un concierto habitual. No obstante, aparecerán otros convencionalismos tales como ‘no gritar durante el recital’, ‘no lanzar objetos al escenario’ y algunos otros derivados. En todo caso la responsabilidad que existe entre artista/grupo-público es un ítem inviolable para evitar descontentos o, en el peor de los casos, tragedias que eviten futuros eventos.

Conciertos como los que Pink Floyd realizó entre 1980 y 1981 son un buen ejemplo de lo que significa la experiencia escénica. Pink Floyd se encontraba promocionando The Wall (que es sin duda una de las canciones más importantes del Rock mundial). Su puesta en escena consistía en un gran muro que separaba a los músicos del público pero, a medida que avanzaba la canción, el muro era derribado. Ello suponía, metafóricamente, el restablecimiento de la ‘comunicación’ entre el grupo (el sujeto artístico) y los asistentes (el perceptor). 

Si bien existen otras artes que gozan de un espacio en el cual el artista y el espectador interactúan -como el teatro- la revolución que genera un concierto dista mucho de cualquier otra  experiencia escénica. Esto, a mi parecer, es porque el primer contacto que se busca dentro de un concierto es de un ámbito abstracto. La música no se puede tocar, probar, oler o ver… es el encadenamiento mental de los sonidos [el abstracto] lo que la caracteriza. El concierto potencia los demás sentidos por medio de, como lo dije en un inicio, la performance del artista, permitiendo una experiencia más amplia tanto individual como grupalmente.

Pablo Reyes Bravo